miércoles, 16 de octubre de 2013

De cuando decidimos hacer callar a nuestras imágenes

Echando la vista atrás, comprobamos que las antiguas fotografías de nuestra Semana Santa explican, en su blanco y negro, más de lo que ocultan.

Hermandad del Baratillo en 1937. Foto: Blog La Gubia y el Tas

En ellas podemos ver el progreso de la ciudad, las modas de nuestros abuelos, de la estructura de nuestro callejero, en muchos casos ya perdido...

Virgen del Refugio por el puente de San Bernardo en 1924. Fotografía: Pasión en Sevilla
Aquellas imágenes nos sirvieron para ver cómo los cofrades iban cubiertos con sombreros de diferente factura, según la década, y cómo las señoras acompañaron al Señor de la Caridad vestidas de mantilla. Cómo se portaban los estandartes y cómo eran nuestros nazarenos.

Sin embargo hoy el zoom es el rey. Al cofrade ya no le interesa ver más allá del detalle que un buen zoom ofrece. Las instantáneas quedan huérfanas de sentimiento, historia y vida, mostrándonos sólo primeros planos, planos en muchas ocasiones. Planos que llegan en ocasiones a enseñar los desperfectos en la talla que una buena foto debería esconder, y que por el contrario la deja desnuda ante el botón de "aumentar" de nuestro ordenador.

Cuando alguien investigue en un futuro cómo era el cofrade del principio del siglo XXI, verá sus obras, sus altares, sus besamanos... pero no lo verá a él. Las largas listas de fotografías de nuestras imágenes no mostrarán los rostros de sus devotos; ni los juegos de los niños pidiendo cera alrededor de sus pasos; ni la ausencia de sombreros; ni la práctica ausencia de mantillas camino de los Sagrarios. 

Cuando alguien investigue en un futuro cómo era nuestra Semana Santa, comprobará que el cofrade "moderno" decidió hacer callar a las imágenes en beneficio de la tecnología, los aumentos y los flashes. Comprobará que desnudó a sus imágenes de sus vestiduras más sagradas, como son sus seguidores y devotos. Pero sobre todo comprobará que el cofrade de hoy confundió el término de intimidad por el de cotilleo, intentando entrar con su cámara donde sólo al corazón se le tiene permitido.

Queridos fotógrafos, sepárense. Muestren nuestras imágenes con los tonos cálidos de sus barrios. No presuman de megapixeles sino de devociones. Y sobre todo, no fotografíen esculturas, fotografíen a quien siempre de niños, familiares y amigos se rodeó.

2 comentarios:

  1. Desde mi humilde opinión, no puedo estar más de acuerdo con este artículo. Enhorabuena.

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  2. Totalmente de acuerdo. Además hay que cuidar lo que ocurre en muchas ocasiones, que una nube de brazos en alto con los móviles ante los pasos captando videos y fotos deja un momento sublime en algo de difícil calificación. ¡Modas!
    PPV

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