miércoles, 28 de octubre de 2015

Entrevista a Pedro Manzano Beltrán (I)

La imaginería es, dentro del mundo cofrade, una de las tareas que más curiosidad generan hoy en día. No son pocas las hermandades, tertulias o grupos jóvenes que se acercan a los talleres donde los imagineros dan forma a las nuevas devociones, o donde nacen aquellas imágenes secundarias que, en algunos casos, llegan a convertirse en verdaderos protagonistas de los misterios. Emuladores de la propia creación, los imagineros dan vida a las escenas que cada año llenan nuestras calles durante una fugaz semana, rellenan nuestras carteras en sus estampas o adornan nuestras casas y oficinas en sus cuadros. 

Sin embargo el tiempo, como para nosotros mismos, se cobra su deuda con esta creación. Los años pasan y sobre las imágenes se depositan las muestras de la devoción alcanzada en forma de restos de incienso, cera o carmín. La oxidación de los ensamblajes, el deterioro de los lienzos, la dilatación de la madera y un largo listado de dolencias de nuestro patrimonio que justifican la existencia de profesionales que velan por el mismo, y entre los que destaca Pedro Manzano Beltrán, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla en la especialidad de Conservación y Restauración de Obras de Arte.

En su currículum encontramos colaboraciones con el Museo de Bellas Artes de Sevilla, el Patronato de la Alhambra y Generalife, la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía en diferentes provincias, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, con infinidad de hermandades o distintas comunidades religiosas, por citar algunos ejemplos. Director Técnico en Conservación y Restauración de Obras de Arte en la empresa Serbal S.L. entre 1992 y 2001, miembro de la Red de Expertos del Proyecto Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio Cultural y Natural concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación desde el año 2010 o coordinador de material ligneo en la intervención que el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico realizó en los bienes muebles de la capilla del palacio de San Telmo de Sevilla durante los años 2009 y 2010.

Toda una referencia en el mundo de la conservación y restauración de obras de arte, quien amablemente nos recibe para darnos a conocer su trabajo y su propia persona.

Pedro Manzano Beltrán en su taller. Fuente: www.pedromanzano.es

1.- Hay quien piensa que las manos de los imagineros, conservadores o restauradores está guiada por Dios, aunque su currículum demuestra que antes, durante y después lo más importante es la formación. 

El trabajo que realizo no sería posible sin una buena formación académica, la experiencia adquirida con los años y una continua renovación y actualización de conocimientos. La conservación y restauración de obras de arte con mayúsculas es una disciplina de 

una gran importancia en la sociedad en la que vivimos y debemos abordarla desde el conocimiento, puesto que tenemos la enorme responsabilidad de actuar sobre objetos que portan extraordinarios valores culturales, fruto del pensamiento humano y testigos ciertos de otras épocas pasadas. Sin este legado cultural no tendría sentido nuestra sociedad tal como la conocemos hoy día 


2.- ¿Qué diferencia existe entre un imaginero y un restaurador? 

Aunque las dos profesiones comparten un espacio en común como es el del arte, existen claras diferencias entre ellas. El contraste fundamental es de carácter conceptual: mientras que el trabajo de un imaginero es principalmente creativo el de un restaurador no lo debe ser. Hemos de conservar sin interferir en la creación del autor. 

Pedro Manzano Beltrán en su taller. Fuente: www.pedromanzano.es
3.- Las leyes de propiedad intelectual establecen que los derechos de autor de las obras recaigan sobre sus autores (e incluso sobre sus herederos durante un tiempo determinado una vez fallecidos éstos), de manera que es el autor de una obra tiene el derecho preferente sobre las actuaciones que la hermandad pueda acometer sobre la misma. Esto puede llevarnos a una paradoja como es que las obras no sean conservadas o restauradas por conservadores de arte, sino por imagineros. ¿Qué opinión le merece esto? 

He tenido conocimiento de ésta disyuntiva en alguna que otra ocasión e incluso ha habido casos en los que han terminado en los tribunales. La ley de propiedad intelectual así lo determina, pero en los casos en los que ha habido discrepancias ha sido por que la Hermandad temía una “actualización” de la imagen por parte de su autor y no un tratamiento de conservación y restauración basado en unos principios y criterios de conservación de la misma. 


4.- Usted ha realizado trabajos tan dispares como una intervención sobre el sistema de articulación de los brazos de la imagen del Gran Poder de Juan de Mesa, trabajos de conservación con el Patronato de la Alhambra y Generalife o de restauración de óleos sobre cobre. ¿Requiere su trabajo de una investigación continua para afrontar cada encargo o por el contrario están documentadas las técnicas a desarrollar para la mayoría de los casos? 

Partimos de una base de conocimiento adquirida en los años de formación, pero siempre es necesario ampliar conocimientos, mediante la aplicación de nuevas técnicas y productos desarrollados específicamente para utilizar en los procesos de conservación y/o restauración, mediante la asistencia a congresos, jordanas técnicas, cursos específicos o la consulta bibliográfica. 


5.- Los servicios profesionales que usted ofrece van desde exámenes “in situ” de la obras hasta la exposición pública de los resultados tras las intervenciones. ¿Qué labores de mantenimiento debería seguir cualquier imagen procesional? 

Una vez finalizado un tratamiento de restauración es muy aconsejable diseñar un proceso de control y seguimiento del estado de conservación de la imagen. Esta es la mejor manera de que ésta se conserve en buenas condiciones a lo largo del tiempo. Podemos aplicar aquí la máxima de “es mejor prevenir que curar”. Debemos tener en cuenta que la imagen vuelve nuevamente al lugar en el que se encontraba antes de la restauración. En un alto porcentaje, el sitio donde se encuentra ubicada dicha imagen para recibir cultos es el causante de alguna de las alteraciones que presenta. De igual forma vuelve para ser usada cultualmente y ese es otro factor de deterioro. Ante esta situación es muy aconsejable, como ya he dicho con anterioridad, que un profesional de la conservación y restauración de obras de arte vele por su adecuado mantenimiento. 

Jesús del Gran Poder, cuyo sistema de articulación de los brazos fue intervenido por Pedro Manzano Beltrán
6.- A la hora realizar un diagnóstico por primera vez, ¿a qué pruebas debe someterse? 

Para un mejor conocimiento del estado de conservación actual de una imagen se requiere la realización de una serie de estudios previos a la intervención, cuya información resulta de gran utilidad para completar el diagnostico del estado de conservación de la obra. 

Se deben de realizar dos tipos de estudios de carácter complementario: 

El primero de ellos lo denominamos métodos físicos de examen y tienen por objeto dar a conocer aspectos de la obra que no son visibles a simple vista ya que aportan información tanto de la estructura interna, como de los estratos más superficiales. En este sentido, los estudios más usuales son los siguientes: Estudio fotográfico con luz transmitida y rasante. Estudio fotográfico con iluminación ultravioleta. Estudio mediante imágnes médicas. Tomografía Axial Computarizada y/o radiográfias. Determinar las condiciones de humedad relativa y temperatura del entorno así como de las fuentes de iluminación. 

En segundo lugar es necesario realizar los denominados estudios analíticos. Su finalidad es proporcionar el conocimiento de los materiales constitutivos de la obra, tanto originales como añadidos, para ello se precisa analizar químicamente la composición de las capas de color que recubren la talla. Identificar la madera, datarla cronológicamente, identificar las alteraciones de tipo entomologico así como el deterioro producido por hongos. 


7.- Igualmente ofrece técnicas de análisis tan llamativas como radiografías o los denominados TAC (Tomografía axial computerizada), a través de las cuales se puede analizar el interior de las imágenes. ¿En qué casos son recomendables estas pruebas? 

Desde mi punto de vista siempre que podamos introducir la imagen en el Tomógrafo. Desafortunadamente no todas las imágenes pueden ser estudiadas al cien por cien mediante esta técnica diagnóstica debido a la disposición de las mismas: brazos abiertos en el caso de las imágenes de crucificado, peanas, pliegues de ropajes voluminosos, etc. Hemos de tener en cuenta que ésta técnica de diagnóstico ha sido diseñada para el estudio de un ser humano tendido sobre una mesa, con los brazos plegados a lo largo del cuerpo, que se desliza por un hueco limitado en sus dimensiones. 

La información que se obtiene es muy valiosa para conocer el estado de conservación interno, sus sistemas constructivos, las piezas de madera que la conforman y su disposición espacial, huecos, fendas, colainas, etc, etc. Por ello siempre realizo este tipo de prueba antes de acometer un tratamiento de restauración, en el caso de las zonas que no han podido ser estudiadas con el TAC opto por utilizar la tradicional radiografía. 


8.- Aunque las imágenes se suele decir que son el bien más preciado de cada hermandad, seguramente el aspecto económico delimitará el alcance de las pruebas a realizar por las hermandades. ¿Qué es lo que más le demandan? 

Las hermandades suelen demandar que se realice un buen trabajo, el cómo se ha de hacer y las pruebas diagnósticas que son necesarias me son confiadas, evidentemente el componente económico es un factor determinante pero no siempre limitante, es posible realizar estos estudios a un coste razonable. 


9.- ¿Están las hermandades concienciadas de la importancia de la conservación de sus imágenes, o por el contrario es la restauración sobre el aspecto que más se trabaja? (aún cuando esto sea contraproducente). 

Después de pasar por un periodo de tiempo “traumático” para ellos, por tener que permanecer durante algunos meses sin su imagen titular y con la incertidumbre del resultado final, suelen concienciarse de que es mejor la conservación preventiva de la imagen, mediante el control y seguimiento de la misma ya aludidos, que la restauración integral a la que se ha sometido. 

Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas de San Isidoro, restaurado por Pedro Manzano Beltrán

10.- Tal vez por miedo a escuchar lo que no se quiere o tal vez por cierta ignorancia en la materia, seguramente se habrá encontrado en alguna ocasión con directivos de hermandades que le habrán insinuado, aún antes de su propio diagnóstico, por dónde debería ir el proyecto o cuáles eran las dolencias de la imagen. ¿Somos muy lanzados en este aspecto los cofrades o suelen respetar el criterio del profesional? 

Afortunadamente no me he encontrado con personas con el perfil que usted describe en su pregunta. Yo siempre valoro positivamente los comentarios que recibo de las personas que están en primera “línea de fuego”, es decir: priostes, camareras, vestidores, etc. ya que ellos conocen la imagen al detalle y saben reconocer cuando se ha producido un daño.

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