jueves, 17 de diciembre de 2015

De exposiciones de arte, cigarreras y los hermanos Bilbao

Sobre la imagen de Nuestro Padre Jesús del Dolor de Joaquín Bilbao Martínez, titular que fue de la hermandad de las Cigarreras de Sevilla, está casi todo dicho; ¿o tal vez no?

Nuestro Padre Jesús del Dolor. Joaquín Bilbao Martínez, 1916. Fuente: Web Hermandad Cigarreras


En tan sólo unas semanas se celebrarán cien años de la hechura de esta magnífica imagen, bendecida el 9 de abril de 1916 (Domingo de Pasión) y cuya primera salida procesional se verificó tan sólo unos días más tarde. La imagen tuvo un coste de 9.000 pesestas y fue realizada, como ya se ha indicado, por el ya entonces afamado imaginero sevillano Joaquín Bilbao. Casi todas las curiosidades de la imagen y de sus etapas como titular de la hermandad sevillana pueden consultarse en multitud de páginas web, como la propia de la hermandad, siendo hoy el momento de acercarnos a la prensa de la época para conocer, de primera mano, cómo era la impresión que de Bilbao y su obra se tenía los días previos a su estreno.

Si la imagen fue bendecida, como ya he indicado, el Domingo de Pasión 9 de abril de 1916, el sábado 15 de abril, tan sólo un día antes del inicio de la Semana Santa, el diario madrileño La Esfera publicaba un interesantísimo artículo titulado "Joaquín Bilbao" a través del cual se acercó tanto al autor como a su obra, acompañándolo con un primer plano de su estudio sevillano

Estudio de Joaquín Bilbao. Fotografía publicada el 15 de abril de 1916 en La Esfera.
El artículo comenzaba de la siguiente manera, en clara alusión a la flamante obra de Bilbao:
Irá este año en la magia perfumada de azahares de los crepúsculos sevillanos un nuevo paso. Buscará el lento bamboleo de sus figura, el temblor lívido de sus luces, los vuelos melancólicos de las "saetas". Caerán sobre él por primera vez las hojas de las flores deshojadas, y cuando llegue a los populares barrios, las mujeres le vitorearán, porque ha sido creado para ellas, para las típicas cigarreras que han servido de inspiración a tantos pintores y a tantos escritores.
¡Cigarreras de Sevilla! Las que en el lienzo extraordinario de Gonzalo Bilbao vimos triunfar sobre cuadros admirables en la Exposición Nacional de 1915. Lienzo en el que parecían oírse sonar las velazquinas ruecas de aquellas hilanderas de la fábrica de Santa Isabel donde se hacían obras de nuevo.
Cigarreras con el cabello nevado de biznagas y el corazón encendido de amor y los labios rebosantes de donaires y picardías. Ellas son las que han querido tener un "paso" suyo, de su cofradía a quien vitorear en los días santos a lo largo de las calles estrechas, perfumadas de primavera e hinchadas de multitud...
Y este "paso" fue encargado al hermano del pintor que tan bien supo interpretar la Fábrica de Tabacos, consagrando a ella los años más fecundos y más afirmativos de su vida. 

Haciendo un inciso en cuanto a la obra de Nuestro Padre Jesús del Dolor, esta referencia del diario La Esfera a Gonzalo Bilbao no es casual, pues durante bastante tiempo el hermano mayor de Joaquín fue el artista de la familia, toda vez que Joaquín comenzó a ejercer como escultor con 29 años, tras abandonar su carrera como abogado; siguiendo así los pasos de su padre y los de su propio hermano, quien aún habiendo acabado sus estudios de derecho no llegó nunca a ejercer.

Interior de la fábrica de tabacos de Sevilla. "Cigarreras". Gonzalo Bilbao, 1915
En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1915, tal y como acabamos de leer, Gonzalo Bilbao recibió multitud de elogios por su magnífico cuadro Cigarreras, en una edición que pretendiendo alcanzar el carácter de internacional debió conformarse con autores nacionales debido al estado de guerra en el que vivía prácticamente toda Europa. No obstante las crónicas nos hablan de una de las mejores ediciones hasta el momento, con la participación de pintores como Julio Romero de Torres (a cuya edición se presentaría por última vez por la falta de reconocimiento en dichas exposiciones), Manuel Benedito, José María López Mezquita, Santiago Rusiñol o Antonio Muñoz Degrain, o escultores como el cordobés Mateo Inurria.

Gonzalo Bilbao presentó un total de doce obras a la exposición, llamando poderosamente la atención la obra de las cigarreras sevillanas, "muestra de su profundo espíritu de observación, de la sinceridad con que siente el natural de y la perfección técnica con que lo reproduce", según descripción del diario Ilustración Artística, publicada el 24 de mayo de 1915. Continuaba la descripción de la siguiente manera:

Ese interior de la fábrica de tabacos de Sevilla, con los grupos de mujeres de las más diversas expresiones es una página preciosa de la vida real y es al mismo tiempo un portento de ejecución digno del pincel del maestro sevillano.

El diario La Correspondencia de España escribía a cerca del cuadro de Bilbao:

El cuadro grande lo trae el ilustre pintor sevillano Gonzalo Bilbao, que así afirma su reconocida personalidad entre los maestros de la pintura. Con eso y media docena de apuntes admirables gana una medalla de honor.
Yo no he visto en la actual exposición un cuadro más completo; lo reúne todo: observación justa del natural, interés en las agrupaciones de las figuras, ambiente, amplitud de las perspectivas de los fondos, riqueza en el colorido, realidad en la expresión y soberbios efectos de luz. Es un lienzo lleno de vida, que no necesita presentarse acompañado de nada más; seguramente lo apadrinarían Velázquez y Rembrandt.
En una época donde el acceso a obras de arte era casi imposible para la mayoría de las personas, La Correspondencia de España hace una descripción más que exhaustiva de la obra, finalizando de la siguiente manera:

Ha vuelto, pues, el ilustre maestro sevillano a su clásica escuela de las masas de color y admirables estudios de iluminación, presentando en el actual certamen un gran cuadro con asunto, interés, emoción estética, vida y realidad y aun cuando el lienzo ha sido instalado en una sala cuyas reducidas proporciones limitan los puntos desde donde se debe mirar para que se establezca la completa fusión del color y de la luz, Las Cigarreras, de Gonzalo Bilbao, derpiertan unánime entusiasmo, y los artistas e inteligentes lo contemplan con expresivo reconocimiento.
Así es como con un cuadro se puede ganar una medalla de honor y rendir de paso un tributo a los genios de Velázquez y Rembrandt.
Las continuas alusiones a Velázquez provienen de la base en la que podría estar sustentado el cuadro de Bilbao, el cual, según el Museo de Bellas Artes de Sevilla, podría estar en su cuadro Las Hilanderas.

Inauguración de la Exposición Nacional de Bellas Artes por SS.MM Alfonso XIII y Dª Victoria
La importancia de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes queda justificada por la presencia de SS.MM los Reyes de España en la inauguración de la edición de 1915, verificada el 12 de mayo, si bien el reconocimiento de Gonzalo Bilbao era anterior a la misma, como se puede entender de la lectura del artículo Exposición Nacional de Bellas Artes publicado por el Diario La Esfera el 15 de junio:

[...]En mi modesto entender, la medalla de honor debe otorgarse únicamente en dos casos. Como consagración de una larga serie de triunfos ó como premio a una vida de luchas abnegadas y renovadoras. En este caso se encuentran Santiago Rusiñol y Gonzalo Bilbao."
Sin embargo no se le otorgaría una sala individual como a otros artistas como Mateo Inurria (instalación especial), Manuel Benedito, Francisco Domingo o Santiago Rusiñol, sino que compartió la sala con López Mezquita; al igual que Romero de Torres, que compartió espacio con Muñoz Degrain. Curioso, toda vez que se le solicitó Medalla de Honor y que el propio dirario La Esfera continuaba en el mismo artículo:

"Gonzalo Bilbao es uno de los dos ó tres aciertos rotundos de la Exposición Nacional de 1915, que no vacilamos en considerar infinitamente superior á las tres ó cuatro anteriores."

Como última curiosidad en relación con el más famoso cuadro de Gonzalo Bilbao podemos decir que Cigarreras no recibió la Medalla de Honor solicitada, lo que provocó que su ciudad le organizara un homenaje popular en desagravio al que acudieron, cómo no, muchas de las cigarreras que sirvieron de modelo al pintor; homenaje similar al que recibiría en alguna otra ocasión Romero de Torres en Córdoba.
Joquín Bilbao en su taller, delante de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Dolor. 1916
Regresando a Joaquín Bilbao, el artículo ya mencionado publicado en La Esfera el 15 de abril continuaba diciendo sobre Bilbao y su imagen para la hermandad de las Cigarreras:´

Joaquín Bilbao es el que ha modelado el Crísto atado a la columna. Puso en esta obra aquel escrupuloso amor que el hermano empleó en el cuadro admirable. Diola, además, emocionado carácter de humanidad, trágica y torturada expresión, factura briosa y enérgica de española traza. Se piensa a la vez en los dos grandes escultores místicos, tan diferentes y tan estrechamente ligados en sus distintos criterios estéticos, al alma de la raza: Berruguete y Salcillo.
Viril y austera como la del hijo de Castilla; blanda, colorida, en una infinita expresión de laxitud y abandono como la del hijo de Levante, es la expresión de esta nueva obra del ilustre escultor sevillano.
Se describe su nueva obra como más popular y de identificación más humana que las esculturas que había tallado para la puerta de la Catedral en el patio de los naranjos Sevilla (apóstoles San Simón y San Mateo), destacando la diferencia de técnica y resultado entre las imágenes catedralicias y la cofrade.

Apóstol San Mateo. Joaquín Bilbao. Tallada para su instalación en la nueva puerta de la Catedral de Sevilla
Y es que en opinión del redactor de La Esfera, la imagen popular, "la bella policromada", debe excitar la piedad impregnada del sano sensualismo que caracteriza al pueblo sevillano, a diferencia de las estatuas en piedra, sometidas al total ritmo de la arquitectura y retadora de los siglos.

Apóstol San Simón. Joaquín Bilbao. Tallada para su instalación en la nueva puerta de la Catedral de Sevilla
Y como veremos a continuación, el artículo continúa relacionando el trabajo de ambos hermanos con la siguiente frase:

"No, Joaquín Bilbao como Gonzalo Bilbao, ha sido siempre un realista, un ligado a la vida cotidiana y así, todos los asuntos de sus estatuas o grupos escultóricos, expresan episodios y sentimientos observador por él directamente."
Nuestro Padre Jesús del Dolor. presumiblemente aún sin policromar. Joaquín Bilbao Martínez, 1916. Publicada en La Esfera el 15 de abril de 1916

Estas relaciones literarias a ambos hermanos son constantes en la prensa de la época, como comprobamos en el artículo publicado en Mundo Gráfico el 3 de mayo de 1916, el cual termina con una simpática anécdota sobre el origen de una atrevida saeta de la época:

Las simpáticas cigarreras tenían en los "pasos" de su cofradía un Cristo atado a la columna, tan débil, encanijado, pequeño y enclenque, que parecía un "caso" de miseria fisiológica, más a propósito para figurar en el estudio de algún hombre de ciencia que en el esplendor de un "paso" de Semana Santa, entre luces, incienso, oro, música y fervores.
Las simpáticas cigarreras, para corregir este que pudiéramos llamar defecto, dicho sea sin irreverencias ni irrespetuosidad para el santo anémico, encargaron al prestigioso escultor sevillano Joaquín Bilbao, hermano del glorioso artista D. Gonzalo, como hermano de Ricardo Bombita es el valiente matador de toros Manolito Bomba, un Cristo nuevo, que fuera digno pariente de la Virgen de la Victoria, su maravillosa y querida imagen. Y Bilbao ha cumplido perfectamente la misión que le confiaron, entregándoles un Cristo musculoso como un titán, fuerte como un cíclope, orgulloso y altivo como un aristócrata y de tan prodigiosa traza y tanta verdad en la actitud rebelde y de protesta contra el castigo cruel que rompe sus espaldas sangrientas y flagela con impiedad sus carnes redentoras, que la gente al verlo pensaba en que pudiera romper las ligaduras y empegar a bofetadas con todos, castigando la estupidez colectiva que lo miraba con la boca abierta, apretándose en las bocacalles.
En la Fábrica de Tabacos hay un empleado que tiene la misión de pagar sus haberes a las operarías, y este funcionario, celoso y diligente, es de recia complexión, alto, corpulento y posiblemente de tantos músculos como Ochoa, cosa que no es incompatible con el cargo, que yo sepa.
Pero he aquí que una chiquilla graciosa y con ángel, ajena casi por completo a toda esta transformación y cambio de los santos, se sienta tranquilamente a ver pasar las cofradías, y cuando «la suya» se acerca experimenta el cosquilleo de la inquietud que se trunca en asombro al ver suplantado el Cristo humilde, débil y bajito, por aquel otro gigantesco y formidable.
Habla, acciona, gesticula, comenta. No le parece bien aquel cambio. En tanto, avanza «el paso» de la Virgen entre el resplandor de las luces de oro y la coquetería de las velas rizadas. Y la cigarrera disconforme se levanta de su asiento, se tercia el mantón, se lleva la diestra mano a la cara y canta, convencida, una «saeta» :
Madre mía de la Victoria,
bien comprendo tu dolor,
porque te han quitado a tu hijo
y le han puesto al pagador."
Nuestro Padre Jesús del Dolor. presumiblemente aún sin policromar. Joaquín Bilbao Martínez, 1916. Publicada en La Esfera el 15 de abril de 1916
Hermanos que quedaron unidos para siempre por una profesión familiar que ambos abandonaron, por un talento natural orientado a las artes plásticas y por un gremio, el de las cigarreras, que le reportaría a su trabajo el eterno reconocimiento entre sus vecinos.

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